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Universidade de Emory (EEUU) |
“Yo
también fui refugiado”. La frase no fue pronunciada tal cual por Raymond
Schinazi, fundador de Pharmasset, la empresa que descubrió el sofosbuvir
(Sovaldi®), pero sí es cierto que ha hecho declaraciones en tal sentido; en
efecto, Schinazi, escapó en los años 60 con su familia de Egipto, y fueron
acogidos en un campo de refugiados en Italia.
La
anécdota viene a cuento del intenso drama que están viviendo desde hace más de
un año los refugiados de Siria y otros países (Irak, Eritrea, Afganistán…)
tratando de llegar a Europa huyendo de la guerra y la persecución, pero que se topan
con la indiferencia, cuando no desprecio, de la mayoría de los países europeos,
ante las penalidades y muertes que les afectan al tratar de llegar a las islas
griegas.
Los
versados en migraciones sabe que aquellos que huyen de su país suelen ser las
personas más decididas, las de mayor capacidad de emprendimiento, mayoritariamente
jóvenes, sanas, y que hablan varios idiomas; detalles que no hacen mella en las
mentes de nuestros gobernantes, más preocupados por el corto plazo.
Además,
la mezcla de poblaciones de diferentes orígenes suele conducir a personalidades
lúcidas, que destacan en diversos campos del saber o de la sociedad. Todo esto
es despreciado en la mayoría de países de la fortaleza europea, que ni siquiera los acepta para rejuvenecer al
envejecido continente. Sí es el caso, en cambio, de Australia, Canadá o Estados
Unidos (en ciernes de regularizar a otros cinco millones de inmigrantes),
países aún hoy abiertos a la inmigración.
Una
vida centrada en los virus: herpes, sida y hepatitis C
Pero
vayamos con Raymond F. Schinazi, fundador
de la empresa que desarrolló el sofosbuvir el fármaco que ha revolucionado el
tratamiento de la hepatitis C. Nacido en 1950 en Alejandría, en ese momento una
ciudad cosmopolita, en el seno de una familia de comerciantes judíos de origen
sefardita. Tras la llegada de Nasser y la guerra de Suez, con la invasión del
Sinaí por Israel y la ocupación franco-británica del Canal, muchos extranjeros
son expulsados, y sus bienes confiscados; entre ellos, la familia Schinazi, que
con su pasaporte italiano son acogidos en un campo de refugiados próximo a
Nápoles. Desde allí, se trasladan a España, donde el padre consigue trabajo en la
que sería después importante fábrica de embutidos, en Burgos,.
La
familia consigue que el hijo –pese a su condición de sefardita, discriminados
frente a los askenazíes, la élite judía- vaya a estudiar becado a Inglaterra;
con todo, el joven regresa todos los veranos a España, que recorre de arriba
abajo, mientras duran sus estudios de secundaria y después en la universidad de Bath (Inglaterra), donde
cursaría Ciencias Químicas.
Tras
completar la tesis doctoral en 1976, se traslada a EEUU, a la elitista
universidad de Yale, en cuya facultad de Medicina comienza su formación
postdoctoral; lo hace con Bill Prusoff, que descubridor de la idoxiuridina, un análogo
a los nucleósidos naturales, y que en 1962, resultaría el primer fármaco eficaz
contra el virus del herpes simple; serían los primeros pasos en el campo que
marcaría la vida de Schinazzi: la química de nucleósidos.
Pocos
años después se traslada a la universidad de Emory, en Atlanta (Georgia), donde
se une a su tío materno, André J. Nahmias, reconocido virólogo. Allí, a las
investigaciones contra el herpes virus se añadirá la lucha contra el sida al
aparecer éste a principios de los 80. Con notable éxito, pues Schinazi participa
en el desarrollo de antirretrovirales como estavudina (d4T), emtricitabina (FTC),
o lamivudina (3TC), además de otros fármacos contra la hepatitis B. A este
arsenal contra el sida deben añadirse combinaciones de las que forman parte los
fármacos anteriores, lo que hace que hoy casi el 95% de personas infectadas de
VIH hayan sido tratadas con fármacos en los que trabajó Schinazi.
Investigador
y empresario
Pero la
identificación, en 1989, del virus de la hepatitis C –hasta entonces “no A no
B”- redirige su foco científico a esta enfermedad. Funda a finales de los 90,
con otros investigadores, en especial Denis Liotta, la empresa Pharmasset y participa
en la creación de otras empresas exitosas como Triangle (adquirida por Gilead),
Idenix (adquirida por MSD), o RFS Pharma (fusionada en 2014 con Cocrystal
Pharma). Schinazi, como director de Pharmasset, contrata investigadores (entre
ellos a Michael Sofia, titular de la patente del sofosbuvir, o James Clark,
descubridor del metabolito activo), dirige el programa científico de la empresa,
busca financiación… que rinden su fruto el 6 noviembre 2011, cuando se presenta
el ensayo clínico de fase III del PSI-7977 -hoy sofosbuvir- en 40 pacientes con
hepatitis C, y causa conmoción en el congreso médico AASLD 2011 al obtener
tasas de curación del 100%.
Justo 15
días después, Gilead, con sede en California, adquiere por 11.200 M de dólares (de
los cuales Schinazi percibe 440) la empresa Pharmasset, poseedora de las
patentes del nuevo antiviral de acción directa. En diciembre de 2013 la FDA aprueba
el Sovaldi® para el tratamiento de la hepatitis C crónica, y su comercialización
se extiende más tarde al resto del mundo.
Lo que
sigue, con el debut del fármaco más exitoso de la historia (sólo en el primer
semestre de 2014, Gilead facturó 5.800 millones de dólares) y el escándalo de
su elevadísimo precio -84.000 $ en EEUU para un tratamiento de 12 semanas, o lo
que es lo mismo, 1.000 dólares por comprimido, y precios más bajos en el resto
de países- ya es ajeno a Schinazi. De
hecho las protestas de pacientes, gobiernos y ONG como Farmamundi, que lucha
contra los abusos de las patentes, se dirigen contra Gilead y su política de
precios.
Por su
parte, Schinazi hoy está centrado en conseguir que su empresa Cocrystal Pharma tenga
un éxito similar al de Pharmasset con el Sovaldi®, pero en el ámbito de la
hepatitis B, en ejercer labores filantrópicas y en practicar la pesca deportiva
en Florida.
Schinazi
recuerda a la diosa Fortuna, que le sonrió en España con la lotería, con la que
ganó el equivalente a 3.000 libras; pero de nuestro país agradece el haber acogido a su familia en los años 60,
lo que les permitió llevar una vida digna y progresar cuando eran una simple
familia de refugiados, como esos a los que hoy nadie quiere.
(artículo publicado por Xosé Mª Torres, farmacéutico comunitario y miembro de Farmamundi en el número 416, de mayo 2016, de la revista FARMACÉUTICOS, del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos).