Medicamentos, industria farmacéutica, propiedad intelectual, patentes, acceso a medicamentos, ONG, ética, salud pública global, medicamentos esenciales, alimentación, derecho a la salud y más...
lunes, 26 de octubre de 2015
jueves, 14 de mayo de 2015
La OMS pide ayuda
En efecto, hace unos días la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha hecho un llamamiento a la población para aportar ideas de cara a sus tres Estrategias Mundiales del Sector de la Salud, previstas para el periodo de tiempo comprendido entre los años 2016 y 2021, protagonizadas éstas por VIH/sida, Hepatitis Víricas e Infecciones de Transmisión Sexual.
Las aportaciones se incluirán en estas tres estrategias, que se presentarán en la Asamblea Mundial de la Salud de 2016.Pero con la difusión de esta petición de ayuda queremos llamar también la atención sobre la financiación de la OMS, que cada vez más está en manos privadas, y cada vez menos en manos de los gobiernos. Recordemos que la OMS es un organismo intergubernamental y forma parte del sistema de Naciones Unidas.
Pero de modo creciente en los últimos años, ante la cicatería de los Estados que la forman, ha ido aceptando contribuciones de entidades privadas...hasta llegar a la situación actual, en que en torno al 70% de los recursos de la organización proceden de entidades privadas; el mayor contribuyente es la fundación Gates.
Y ya se conoce aquel viejo proverbio que dice:quien paga, manda. Y si no manda (directamente), al menos influye, sugiere, dirige... y otras acciones más sutiles, pero que en el fondo conducen al mismo resultado: una suavización del papel de la OMS, bajando su tono de crítica ante las desigualdades y problemas sanitarios internacionales d como se ha denunciado en los últimos años.
Ojalá los Estados cumplan con sus compromisos, de modo que la OMS pueda realizar su papel y que no termine siendo -otra más- una institución mediatizada y a las órdenes del capital y las grandes empresas.
sábado, 25 de abril de 2015
Día de la Malaria 2015: Dos vacunas y un dineral
El 25 de abril se conmemora el día internacional de lucha contra la malaria o paludismo. Una de las noticias esperadas estos días era el resultado de los ensayos en la fase III de la vacuna RTS’S, dirigidos por el español Pedro Alonso. The Lancet los ha publicado esta semana y han sido algo decepcionantes.
Frente a una eficacia del 50% en niños pequeños estimada en pruebas anteriores, el último ensayo reduce la eficacia a un 35%, lo que se acerca al umbral de utilidad y pone en duda la decisión de destinar tantísimos recursos económicos –un dineral- en preparar una vacuna en lugar de destinarlo a otras estrategias más rudimentarias –las mosquiteras- de coste muy bajo y eficacia probada.
Recapitulemos: la malaria es una enfermedad de alcance mundial, con 200
millones de casos anuales y que causa unas 600.000 muertes al año, sobre todo niños.
Es propia de zonas tropicales o incluso templadas, en donde hay calor y humedad,
hogar apropiado para el desarrollo de los mosquitos del género Anopheles, que transmiten, mediante
picadura a los humanos, un parásito sanguíneo, el Plasmodium; este parásito causa anemia, con diferentes niveles de
gravedad según la especie del parásito y la edad de la persona, siendo los
niños menores de 5 años los más vulnerables.
Primera vacuna: la de Pedro Alonso
El madrileño Pedro Alonso, médico del Hospital Clinic de
Barcelona, lleva trabajando más de dos décadas en la lucha contra la malaria,
centrándose en los últimos años en el desarrollo de la vacuna RTS’S, dirigido
todo desde el ejemplar Centro de Investigación
en Salud de Manhiça en Mozambique. La vacuna es propiedad –no debe olvidarse-
de la multinacional farmacéutica británica Glaxo, que comenzó su desarrollo a
finales de los años 80, con la ayuda de un Instituto Walter Reed del Ejército de los EEUU.
El desarrollo de la vacuna ha concitado el apoyo de iniciativas
como Alianza Global para Vacunas e Inmunización (GAVI),
de la OMS, de gobiernos de medio mundo, de la OMS y de entidades privadas como
la Fundación
Bill y Melinda Gates, que prometió destinar cientos, tal vez más de
mil millones de dólares, en el desarrollo de la vacuna.
Nadie duda del empeño puesto por el equipo de Pedro Alonso, convertido
hoy en figura de referencia mundial, tras el nombramiento en 2014 como Director
del Programa Mundial de la Malaria de la OMS; sin embargo, el estudio en fase III de la
vacuna, realizado desde 2013 en 7 países africanos en niños de 5 a 17 meses,
muestra una eficacia del 35% frente a la malaria causada por el Plasmodium falciparum, que da lugar a la
anemia falciforme (por la forma de hoz que produce en los glóbulos rojos), muy grave. Se trata de una eficacia
menor de la esperada, y aún menor en bebés de menos de 3 meses, y con un efecto
secundario inesperado grave, casos de meningitis, lo que complica
la evaluación de su utilidad, algo que tienen que decidir la Agencia Europea del
Medicamento y la OMS en los próximos meses.
La historia de la vacuna de Patarroyo es la de una novela
por entregas. Manuel Elkin Patarroyo es un eminente inmunólogo colombiano, que
también desde finales de los años 80 ha puesto en marcha una nueva vía para el
desarrollo de vacunas sintéticas; en todos estos años, Patarroyo ha visto su
laboratorio embargado –y cerrado- en los años 90, episodio que nos revela las
dificultades que deben afrontar los investigadores de los países en desarrollo
para demostrar su valía, teniendo que volver a empezar. Hoy apoyado por el Instituto
de Inmunología de Colombia ( FIDIC), con sede en Bogotá, tiene uno de sus ejes
de referencia en el Centro de Experimentación en Primates de Leticia,
capital de la Colombia amazónica, ciudad ubicada en la frontera tripartita que
comparte con Perú y Brasil.
Allí ha afrontado uno de sus últimos avatares, la denuncia
de un grupo ambientalista y protector de los animales contra la captura y uso
de monos de la selva en los ensayos de laboratorio, con acusaciones y disputas peregrinas al señalar que los monos eran brasileños y no colombianos.
Es otro episodio rocambolesco que
ha retrasado de nuevo casi dos años sus investigaciones que recordemos están dirigidas a salvar vidas humanas. En esta disputa Patarroyo ha recibido el apoyo de personalidades como la del también colombiano Germán Velásquez, del South Centre, autoridad en materia de salud internacional y acceso a medicamentos.
Este discusión bizantina sobre la protección de los animales nos recuerda los exquisitos cuidados de la legislación europea para mejorar las condiciones de cría de las gallinas ponedoras, que contrasta con la reciente actitud de Bruselas y la gran mayoría de países europeos, que observan con cinismo, y mirando para otro lado, las muertes de centenares de inmigrantes
en las costas italianas.
Un dineral… ¿bien utilizado?
Todo estas controversias, avances y retrocesos en el
desarrollo de las vacunas contra la malaria nos llevan a pensar de nuevo en las
estrategias básicas: el uso de mosquiteras, impregnadas o no con pesticidas, y
otras medidas profilácticas de bajo coste, que son las que han conducido a que
países africanos como Ruanda hayan reducido de forma drástica elnivel de malaria en su población. Un ejemplo de país que ha avanzando en la mejora de su sistema sanitario (y también en su desarrollo social y económico.) a pesar
de destinar sólo 55 dólares por persona y año.
¿Debe empezarse por distribuir mosquiteras a todo el mundo,
algo que tampoco es fácil, pues la logística tiene sus dificultades o destinar
recursos millonarios a costosas investigaciones para las vacunas? Eterno dilema
que una vez más recordamos cada 25 de abril en el Dia internacional de Lucha
contra la Malaria. Cualquier decisión será buena, cualquiera menos no hacer nada y ver, como los gobiernos
de fortaleza europa, como se mueren los pobres en nuestras costas.
miércoles, 18 de marzo de 2015
Hepatitis C, Sovaldi y chachachá
Publicado
¿Que a Defensa se le oxidan los cañones? Pues 900 millones más en 2014 para Morenés y que compre tanques nuevos. ¿Qué el proyecto CASTOR de ACS es un fiasco y provoca terremotos? Pues 1350 millones de euros para Florentino y sus abnegados socios. ¡Y rápido, que viene el Coletas! ¿Que los enfermos de hepatitis C piden mucho dinero para comprar el tratamiento y curarse? Ah... esto es diferente: ¡nombramos una Comisión!
El nuevo ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, de acreditado estilo vitoriano (no "victoriano"), esto es, directo pero dialogante, y que anunció un giro social a su llegada, se ha topado con una patata caliente que dejó sin resolver, como tantas otras cosas, la "partícipe a título lucrativo" ministra Ana Mato.
¿Qué sucede con la hepatitis C?
Se trata de una enfermedad vírica, poco conocida para el gran público, y padecida por muchos enfermos sin saberlo; es la típica enfermedad silenciosa, que sólo sale a la luz tras 20 o 30 años del contacto inicial con el virus; presenta síntomas difusos como cansancio o malestar general, pero evoluciona en muchos casos hacia situaciones graves como cirrosis hepática o cáncer de hígado, causando en España una mortalidad elevada: más de 3000 personas al año, esto es, más de 10 personas al día.
Hasta ahora, el tratamiento, con rivabirina e interferón inyectable, era poco efectivo, requería largos meses de tratamiento y dolorosos efectos secundarios que provocaba en muchos casos su abandono.
Pero llega una esperanza de Ultramar; en diciembre de 2013 era aprobado por la FDA, la agencia estadounidense de medicamentos y alimentos, el medicamento Sovaldi® (a base de sofosbuvir), una revolución terapéutica que cura un 90% de los casos, sin apenas efectos secundarios, y con sólo 12-24 semanas de tratamiento; en enero de 2014, es aprobado por la EMA (agencia europea de medicamentos), con validez para toda Europa, si bien hay que fijar un precio de venta, que se establece país por país. En el caso de España, tras largos meses, y con los pacientes amotinados, hasta el 1 de octubre del pasado año no estuvo disponible en los hospitales, para su entrega a los pacientes.
¿Cuál es el problema?
Pues que es un medicamento muy caro, en torno a 84.000 dólares por tratamiento en EEUU; en las negociaciones en Europa se fija un precio de 60.000 euros en Francia. En nuestro país, tras las oscuras negociaciones habituales (¿pero no hay una Ley de Transparencia?), el ministerio de Sanidad anuncia un precio de 25.000 euros, y un techo de gasto -novedosa fórmula- de 125 millones de euros para toda España. Tras dos meses de desconcierto de los enfermos, que denuncian que el medicamento no les llega, y de encierros en hospitales, el nuevo secretario general de Sanidad, Rubén Moreno, se ve obligado a reconocer en plenas Navidades que el techo de gasto no es tal, y que el medicamento sólo alcanzará a 5000-7000 pacientes, cuando los hepatólogos reclaman que llegue a unos 30.000.
Las críticas arrecian
El partido mediático PODEMOS y el magenta UpyD proponen que ante un problema de salud pública evidente, el Gobierno emita una licencia obligatoria para el Sovaldi®, saltándose la patente, propiedad del laboratorio californiano Gilead. Se trata de algo legal, reconocido por los convenios de la OMC (art. 31 de los ADPIC), firmados por nuestro país, y tipificado en la propia ley española de patentes (art.90), que señala a cuestiones de "salud pública" como una de las razones para emitir licencias obligatorias, por mucho que en el Ministerio de Sanidad pretendan desconocer esta legislación.
Diferentes voces, desconocedores de los mecanismos internacionales de fijación de precios, aducen el bajo coste que tiene este medicamento en Egipto e India, menos de 1000 dólares por tratamiento. Incluso interviene en el debate -scoop de El Mundo- uno de los padres del medicamento, Raymond Schinazzi, que vivió parte de su niñez en España. Este químico, formado en Inglaterra, fue el fundador en EEUU en 1998 de Pharmasset, la empresa que realmente descubrió el medicamento, y que fue comprada en 2011 por Gilead, un tiburón del mundo farmacéutico, por 11.000 millones de de dólares.
Schinazzi, nacido en 1950 en Alejandría (Egipto) e hijo de judíos sefarditas que emigraron a España en los años 60 tras la independencia egipcia -su padre trabajó casi 20 años en Burgos, en una conocida empresa del sector de embutidos que ha visto calcinadas sus instalaciones recientemente- apuntaba: "Los Gobiernos deben negociar con la farmacéutica para rebajar los precios todo lo posible".
Mientras tanto, las fábricas de Gilead echan humo, y su caja fuerte rebosa de efectivo. En la jerga farmacéutica denominan blockbuster a los medicamentos que superan los 1000 millones de dólares al año en ventas. Y todos los laboratorios ansían tener uno o varios. Pues Sovaldi® es algo más, batiendo en 2014 el récord mundial de ventas de un medicamento en su primer año: 8.500 millones de dólares. ¡Algo extraordinario! Y ello sólo con las ventas en EEUU (100.000 pacientes) y en un par de países europeos (17.000 pacientes, sobre todo de Francia y Alemania), según revelaba John Milligan, CEO de Gilead, recientemente.
¿Qué hacer?
¿Qué hacer?
¿Puede un medicamento dejar huérfanos a los pacientes por su precio? ¿No era la salud un derecho? Eso es algo que las ONG sanitarias -Farmamundi entre ellas- llevamos denunciando desde hace años: que un tercio de la población mundial, 2000 millones de personas, carecen de acceso a los medicamentos básicos, a los 300 esenciales que proclama la OMS. ¿Sovaldi® es uno de ellos? Claramente, sí, pues es la diferencia entre la vida y la muerte.
¿Qué debe hacer España? ¿Saltarse la patente? No sería fácil, se trata de algo poco habitual en países desarrollados. Pero sobre todo, no debemos olvidar que se trata de un producto, de un medicamento norteamericano. Si en España el ministro Soria cogió las maletas y se fue a la Argentina tras la expropiación de Repsol en YPF, una licencia obligatoria de un producto estadounidense haría que la embajada de EEUUen Madrid, que está para algo más que las becas de cursos de inglés, empezase a empezase a hacer gestiones y llamar a los teléfonos de altos cargos del Gobierno.
Lo que haga España dependerá de su Gobierno, de las propuestas de otros partidos, de los pacientes y de la sociedad. Negociar con Gilead, dotar con recursos al Fondo de Cohesión Sanitaria, saltarse la patente, unirse a otros países europeos..., el ministerio de Sanidad tiene varias opciones; todo menos nombrar una Comisión y -es lo que parece- perder el tiempo bailando un chachachá.
jueves, 29 de enero de 2015
Ébola, gripe A, chikungunya… ¡el sida aún existe!
Publicado en Planeta Futuro de El País: http://elpais.com/elpais/2014/11/28/planeta_futuro/1417178232_203078.html
La actual epidemia de ébola que está azotando a diversos países del África subsahariana (Guinea, Liberia, Nigeria, Senegal y Sierra Leona) en donde ha causado más de 5.000 muertes, está teniendo un fuerte impacto mediático. A ello contribuye el hecho de que ha llegado también a varios países occidentales, como Estados Unidos y España, donde además de los casos importados (personal sanitario repatriado que luchaba contra la enfermedad en esos países africanos) se han producido ya contagios, como ha ocurrido en nuestro país, desatando una crisis política en torno a la gestión de este brote.
No es extraño, que esta enfermedad, desconocida hasta hace poco por el gran público, esté causando temor y episodios de psicosis; lo que se debe al escaso conocimiento que hay sobre ella, las rigurosas medidas de aislamiento que requiere su manejo y su alta mortalidad debida a la ausencia de tratamientos y de vacunas para prevenirla.
La epidemia de ébola es sin embargo una más de las emergencias mediáticas aparecidas durante los últimos años: la gripe aviar —cuyo impacto mundial supuestamente apocalíptico se diluyó como un azucarillo en agua—, la neumonía atípica del sudeste asiático (SARS), o de la —según dicen— próxima epidemia por fiebre chikungunya causada por el llamado “virus del dolor”, por los fuertes dolores articulares y musculares que ocasiona y que pueden durar meses o años.
Todas estas alertas, cuyo impacto debe ponderarse adecuadamente, ocultan y difuminan otros problemas globales de salud. Así, yendo a las estadísticas, descubrimos que la epidemia de gripe aviar causó apenas 300 muertos en todo el mundo, la neumonía SARS menos de 800 y que la actual alerta sanitaria en Centroamérica por el virus chikungunya tiene una mortalidad muy baja salvo en pacientes mayores debilitados por otras enfermedades, tal y como ocurre en nuestro entorno con la gripe común.
Situación mundial del SIDA en 2014 y objetivo 90-90-90
Frente a todo esto, enfermedades como la malaria, tuberculosis y sidamantienen su gravedad real. En concreto el sida, cuyo Día Mundial celebramos el 1 de diciembre, sigue extendiéndose. Así, en 2013 había 35 millones de personas en todo el mundo infectadas por el VIH –de las cuales 19 millones lo desconocen–, 2,1 millones de casos nuevos y una mortalidad de 1,5 millones de personas. Unas cifras que nos dan la medida de la amenaza que sigue representando.
Es cierto que, en 2014, unos 14 millones de personas han logrado acceder a los tratamientos, pero estamos todavía lejos de la meta fijada para 2015 en el número 6 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio: “detener y reducir la propagación del virus”.
Pero no debemos cejar en el empeño: como sugiere el lema de ONUSIDA en este año Cero nuevas infecciones es posible acabar con la enfermedad en 2030, siempre que en el próximo lustro se establezcan las bases –y se reciban las ayudas– para evitar 28 millones de infecciones y 21 millones de muertes. Es decir, para 2020, la organización pretende alcanzar el llamado Objetivo 90-90-90: que el 90% de quienes viven con VIH sepan cuál es su estado serológico; que el 90% de las personas conozcan su estado seropositivo tengan acceso a los tratamientos; y que el 90% de los que tengan acceso a ellos logren una regresión viral efectiva.
Como publicó no hace mucho la revista Science, la pandemia del sida surgió en Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo (RDC) en torno a 1920, y durante unos 40 años, en la época colonial belga, se fue extendiendo a otras grandes ciudades gracias a los movimientos de población, un hallazgo que echa por tierra anteriores teorías de que el virus VIH-1 se había extendido casi exclusivamente por causas biológicas.
Objetivo en España: diagnóstico temprano
Uno de las propuestas que se están desarrollando en España es la de mejorar el diagnóstico temprano, que mejora el pronóstico de la enfermedad. Es sabido que la mayoría de los nuevos casos no corresponden ya a los usuarios de drogas intravenosas ni al grupo de varones homosexuales, sino que proceden de la transmisión heterosexual, en la cual el concepto de grupo de riesgo está muy difuminado. Por ello, la propuesta trata de conseguir la realización de la prueba diagnóstica del VIH al menos una vez en la vida de personas de 15 a 59 años, las consideradas como sexualmente activas, especialmente en zonas de mayor prevalencia de la enfermedad como son algunos barrios de determinadas ciudades.
Contribución de España a la lucha global
El Informe 2014 La salud en la cooperación al desarrollo y la acción humanitaria, recientemente presentado, destaca el continuo descenso de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) que España dedica a la cooperación mundial. Un dato que –pese a la propaganda– no se corresponde con la riqueza de nuestro país ni el papel que le corresponde en la acción global tras su elección como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Así, los datos reflejan que el descenso de AOD total con el Gobierno Rajoy ha sido brutal, pero la cifra dedicada en 2014 al sector salud no le iba a la zaga: estaba prevista que fuese apenas de 33 millones de euros, una mínima parte de los 500 que se destinaron en 2008.
Esperamos –exigimos– que la medida del compromiso de España en la lucha mundial contra el sida sea mayor que la reflejada en el dato de las contribuciones a ONUSIDA en 2013: 500.000 euros, una cifra ridícula que no necesita de más comentarios.
Farmamundi, como ONG sanitaria, trabaja para que las poblaciones vulnerables de los países en desarrollo mejoren su situación; por ello, una de sus campañas de fondo es facilitar el acceso a los medicamentos y trabaja en programas de prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades olvidadas como el sida.
Xosé María Torres es farmacéutico y miembro de la Junta Rectora de Farmamundi.
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