miércoles, 12 de septiembre de 2012

El ADN basura y la soberbia


Burla sobre Darwin y la evolución

El ADN es la molécula que contiene la información genética de todos los organismos vivos; es en definitiva un almacén de información, pero de un tamaño tan grande que no se ha podido descifrar la totalidad de esa información, que -por utilizar un término moderno- está encriptada.
Desde hace años, se sabe que la información del ADN está troceada en genes -unos 25.000 en la especie humana- cuyos antecedentes podemos llevar a unos 150 años atrás, a la época de Mendel, uno de los pioneros de la Genética moderna. Cada uno de estos genes, localizados en los cromosomas del núcelo celular codifican una proteína, y son responsables por tanto de que el organismo tenga determinadas características o funcionalidades

El problema es que los genes sólo ocupan una mínima parte de la molécula del ADN, menos del 10% en la especie humana. ¿Qué sucede con el resto, el 90%? Al no hallársele o no suponérsele función biológica alguna,  Susumu Ohno en 1972  introdujo el término de ADN basura o no codificante, una denominación que no ha cesado de molestar a muchos científicos por el desprecio que representa. De hecho se han llegado a hacer experimentos en animales consistentes en eliminar parte de ese ADN silencioso, sin percibirse cambios en el fenotipo, es decir en las características externas u observables de ese animal. Pero todo ello na ha hecho más que ser un acicate para profundizar en la investigación de esta zona oscura del ADN. Pero ni siquiera el gigantesco Proyecto Genoma Humano (1990-2003) arrojó luces sobre esta zona desconocida.

Hasta hoy. En los primeros días de septiembre de 2012, el proyecto ENCODE (Enciclopedia de los Elementos del ADN) ha dado un cambio fundamental en nuestro conocimiento del ADN, informando que todo ese ADN despreciado durante años, consiste en millones de reguladores o interruptores que intervienen regulando de forma difusa la actividad de nuestros genes.
El proyecto es un consorcio internacional que ha combinado los esfuerzos de 442 científicos en 32 laboratorios en el Reino Unido, EEUU, Singapur, Japón, Suiza y España. En nuestro país se han involucrado veinte investigadores del Centro de Regulación Genómica (CRG) en Barcelona.

Mäs allá de la noticia en sí, y del conocimiento científico que aporta, sería bueno sacar otras conclusiones: primero que no debemos cerrarnos a lo desconocido en cualquier campo científico, pensando que no tiene valor; y segundo, y tal vez más importante, que no debemos despreciarlo (el uso del calificativo "basura" al ADN no codificante es un ejemplo de lo que no debe volver a suceder).
Todo ello porque ese cierre de filas lo único que provoca es retraso en los avances científicos (¿para que investigar en algo que no sirve para nada?) y por otro lado porque evidencia uno de los grandes males de la especie humana en nuestros días, que es la soberbia. ¡Que aquellas burlas que se hicieron sobre Darwin cuando presentó la teoría de la evolución o las críticas a Galileo, no vuelvan a repetirse!


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