lunes, 12 de diciembre de 2016

Caso Nadia Nerea: solidaridad y fraudes

Artículo publicado en el Huffington Post el 10.12.16

Foto: Menorca Info


El reciente caso del engaño, mentiras y fraude a la sociedad española efectuado por el padre de una niña afectada de una enfermedad rara es una oportunidad para reflexionar sobre el tipo de solidaridad que practican los españoles.
La historia nos demuestra que en momentos de intensa emoción (¡esa es la clave!) la sociedad española se revuelve y da lo mejor de sí misma; hablo, por ejemplo, de la respuesta a la tragedia producida en Centroamérica por el huracán Mitch en 1998, que motivó la mayor ola de donaciones económicas a ONG.
También en el tsunami del sureste asiático de finales de 2004, que afectó a Indonesia, Malasia y otros países, la respuesta de la sociedad española en donaciones fue masiva, a pesar de la distancia geográfica entre España y aquellos lares, pero sobre todo de la escasa relación histórica, idiomática o de cualquier tipo. Y ya más recientemente, el terremoto de Haití de 2010 desató una ola de solidaridad en el pueblo español, cuyas donaciones superaron a las de Francia, con mayor población y con lazos idiomáticos y de todo tipo mucho más evidentes.
Así somos; y así no hay manera de que los equipos de las ONG puedan realizar con eficacia sus intervenciones, al no haber una previsión de ingresos anterior que permita una adecuada planificación. De esta falta de previsión derivan muchos errores, duplicidades, gastos innecesarios o disparates que comete incluso el mismo Gobierno español, que envió -¡45 días después del maremoto! - un supermoderno buque de asalto a la zona del tsunami en Indonesia... donde apenas hizo nada, más allá del turismo de los cientos de tripulantes y de publicidad de la construcción naval española.
¡Somos así! Sea por la influencia de la caridad cristiana o por otras razones, el caso es que triunfan los maratones televisivos, a pesar de las críticas de las ONG de desarrollo y del sector solidario en general, que dicen que ese no es el camino, que el camino es tener ONG fuertes, respaldadas por una base social fuerte, y que haga aportaciones regulares, así como gobiernos responsables y comprometidos socialmente (nada que ver con el actual, que ha laminado las ayudas a cooperación al desarrollo dejándolas a niveles de los años 80).

Sí, somos así, frente las sociedades europeas avanzadas como la francesa, inglesa, alemana...donde casi más del 50% (Inglaterra 58%, Francia 49%) de la población colabora regularmente con las ONG solidarias, en España las aportaciones apenas proceden del 19% de la población.

Somos así... vemos a una persona necesitada o que hace un llamamiento público, y por los motivos que sean (solidaridad repentina, el sufrimiento de un niño que nos impacta o para limpiar nuestra conciencia...) nos rascamos el bolsillo para tratar de compensar lo que no hemos hecho el resto del año. Y nos quedamos a gusto.
Estos días, paseando por Nottinghann, Inglaterra, uno podía ver carteles con la imagen de una persona durmiendo en la calle, y un mensaje: Si quiere ayudar a las personas sin hogar, no les dé limosnas; ayude a las organizaciones que les ayudan".
De eso se trata; sale un impresentable por la tele clamando por una ayuda a su hija que tiene una enfermedad rara. ¿Ah, sí? Pues no le des dinero a esa persona, ¡hazte socio de una asociación que ayude a esos enfermos!
¡No respondas con el estómago! Responde con el corazón, pero que el cerebro te asesore.

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